31 de diciembre de 2012
1 de septiembre de 2012
Desde el celu, Instagram
“Tres pasos hacía atrás y saqué la foto” era la simple
instrucción de las primeras cámaras pocket de Kodak, en el siglo pasado. En un
siglo en cual la humanidad inició el largo y tortuoso camino de reinventarse
por y para la imagen. Siglo en el cual se inició una especie de masificación
del tratamiento de la imagen, en donde gran parte de la humanidad quería
mostrarse y, a la vez, controlar lo que mostraba, creyendo que con ello podía
dominar lo que otros veían, o mejor dicho, interpretaban de lo que mostraba.
Como todo en ésta era de la información y el consumo, la
fotografía en las manos de las masas se precipitó como bola de nieve y llega,
luego de atravesar los obstáculos que la tecnología impuso y a la vez libró, a
darle la posibilidad al individuo de las metrópolis la cualidad de
portabilidad, sencillez, modificación y divulgación casi infinita.
Colocarle una cámara a un teléfono celular pudo parecerle
una excentricidad a Philippe Kahn, pero fue el paso a una nueva dimensión en la
popularización de una actividad humana moderna, misteriosa y adictiva.
Y en ese ánimo de misterio y adicción se monta Instagram.
Con un recorte de formato caprichoso, con filtros que tornan en extrañas a las tomas y con un aire absolutamente
lúdico resalta los viejos pilares de la fotografía: la espontaneidad y lo enigmático.
Y le regala al usuario el sentido de contenido bello y, afortunadamente, le da
nuevamente la duda de que es lo bello y que es lo feo.
(Todas éstas fotos fueron tomadas con un teléfono celular LG P350g y tratadas con la aplicación Instagram usando varios de sus filtros sin retoque posterior)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)